28 septiembre, 2006

28 Días

No, no voy a hablaros de la película de zombis ingleses. Voy a contaros una historia sobre unas criaturas mucho más terroríficas: los bancos.

Como ya comenté, el día 1 de septiembre me robaron. Cuando volvía al trabajo después de almorzar, la hija de Arsenio Lupín me abrió la mochilita, descorrió las cremalleras y sigilosamente me levantó la cartera, para después escabullirse oculta entre las sombras.

Yo hice de tripas corazón y me dispuse a anular la tarjeta y denunciar lo robado. A saber: un DNI, dos bonobuses, descuentos del pan’s, un billete usado del tren y la ya mencionada tarjeta, así como unos veinte euros. La denuncia es necesaria para que no te cueste un pico renovar el carnet.

Al anular la tarjeta (en adelante T1) cometí un error. Dejé entrar en mi vida a esos demonios del quinto círculo del infierno vestidos con traje y camisa que trabajan en los bancos. En que mala hora…

El robo sucedió un viernes, y el lunes fui a mi sucursal a sacar dinero y a preguntar cuanto tardaría la tarjeta. En ventanilla me dijeron que la cuenta estaba bloqueada y me desviaron a la mesa de una chica muy sonriente, quien me lo iba solucionar todo. La chica (de ahora en adelante Sonrisas) me cogió los datos, trasteó un rato con el ordenador y me desbloqueó la cuenta. Como había cola decidí que mejor pasaba de sacar dinero y tiraba del que tenía en casa escondido bajo el colchón.

El siguiente viernes fui a recoger mi tarjeta, y Sonrisas volvió a atenderme. Habían recibido no una, ni dos, ¡sino tres tarjetas a mi nombre! La primera resultó ser una tarjeta prepago de Internet que habían decidido endosarme por el morro (T2). La segunda y la tercera eran dos tarjetas normales (T3 y T4). Algún idiota había hecho dos copias. Sonrisas me aseguró que no pasaba nada, me anulaba una y ya podía usar la otra. Dicho y hecho procedió a anular y doblar por la mitad a T3. Fuimos al cajero con T4… y T4 se quedó dentro del cajero. Sonrisas rescató a T4, sonrió de nuevo y dijo que algo había fallado (intuitiva la chica). Volvimos a probar y T4 volvió a quedarse dentro del cajero. Sonrisas dejó de sonreír, y eso hizo que me preocupase de verdad.

Mientras volvíamos a la mesa me soltó una de esas peroratas pseudo-técnicas que se usan cuando no sabes que decir y quieres ganar tiempo. T3 y T4 estaban vinculadas, así que activó a T3 (la doblada) y volvió a probar con T4. Esta vez ni se molestó en rescatarla cuando el cajero se la tragó. Me dijo que me pediría una nueva y que tardaría una semana más.

Temiéndome lo peor recurrí a un amigo que, en un momento de necesidad, se cubrió con una piel de demonio y entró a formar parte de las hordas infernales (iba a llamarle Sonrisas2, pero no es plan, así que será el Infiltrado). El Infiltrado desplegó su amabilidad innata y me dijo que el se encargaba, y así se lo hice saber a Sonrisas, quien se alegró mucho de librarse del muerto.

Unos días después recibí una llamada del Infiltrado. Había sido capaz de hacer desde dentro lo que yo era incapaz de hacer desde fuera. Tenía una tarjeta a mi nombre (T5), y al final de la tarde me sacaría el PIN. Quería saber como hacérmelos llegar. Lo arreglamos de forma conveniente y quedamos en tomarnos un café.

Pero fui demasiado optimista. Antes de salir de trabajar el Infiltrado fue a sacar mi PIN usando su tarjeta de demonio (T100), y el cajero decidió quedarse con T5. Volvió a probar y volvió a pasar. La siguiente vez decidió probar con una herramienta mejor (yo le hubiese sugerido un hacha): la tarjeta del jefe (T1000). El cajero aceptó a T5, aceptó a T1000, y se apagó. Me hubiese gustado ver la cara del Infiltrado… y la de la media docena de personas que querían sacar dinero del cajero. Al pobre le tocó quedarse más de una hora toqueteando la maquinita hasta que consiguió rescatar a T1000. T5 yace en el estómago del cajero, por los siglos de los siglos.

Esta mañana he recibido una carta del ayuntamiento, de Objetos Perdidos. Habían encontrado mi cartera y mi DNI. He ido a recogerlos esta misma tarde, y me he llevado una gran sorpresa al abrirla: T1 estaba dentro.

Dentro de unas horas habrán pasado 28 días desde que me robaron la cartera, y sigo sin tarjeta.

1 comentario:

El Oposizado dijo...

¡Dios Yago!, ¿pero como puedes osar en confiar tu fortuna a los banqueros y a los esbirros que los sirven?
Haciéndo eso no solo pones en peligro tus riquezas (que si no son pocas pronto lo serán) sino que con ellas peligra también tu salud. Y si no, a las pruebas me remito.

Casos similares tengo yo también, pero no quisiera aburrir a quien esto lea, con lo que dejo a cada uno ponga en su lugar las experiencias que seguro haya experimentado en su propia carne. Lo cual también ratifica lo que yo opino de la Banca.

Por cierto que no sé como te atreves a confiar en el T-1000, ¿pero es que acaso no recuerdas que en Terminator II, Arnold dejó bien claro que ese engendro de mercurio no tenía nada que hacer?

Hasta pronto.