El otro día vi esta película y, la verdad, me ha encantado. El argumento es de esos de planteamiento sencillo, donde el desarrollo existe solo en los diálogos entre personajes.
Siete personas se someten a una entrevista de trabajo poco convencional para un puesto de alto ejecutivo. No hay entrevistador, solo unas pantallas de ordenador que les van proponiendo distintas pruebas. Los resultados de estas determinan quien sigue en el proceso de selección y quien es expulsado. Están limitados a una sala de reuniones y a los servicios: si salen, quedan eliminados de la selección. No saben si están siendo grabados o vigilados, incluso es posible que uno de ellos sea un topo.
Esta especie de Gran Hermano (TV) consigue no solo mantener el interés del espectador, sino hacer crecer la tensión de forma gradual, hasta que al final situaciones que nos parecerían denigrantes acaban por parecer normales.
Además, te hace pensar en lo rápido que somos capaces de abandonar principios y derechos cuando hay un beneficio de por medio.
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